El Principe qatarí Nasser Al-Attiyah es el nuevo Rey del Dakar
Zetavision Rally Dakar
El príncipe qatarí Nasser Al-Attiyah (Volkswagen Tourareg Race ೩) se calzó la corona de rey del Dakar 2011 hoy en Baradero - Buenos Aires, primer título que consigue en este rally desde que comenzó a competir en 2005.
Al Attiyah, de 40 años, ganador de cuatro etapas en este Dakar, se quedó con el título tras completar la 13 con un tiempo de 45h.16m.16s. y dejó a segundo a su compañero de equipo, el sudafricano Giniel De Villiers, a 49m.41s. y tercero al español y último campeón, Carlos Sainz, a 1h.20m.38s.
Volkswagen Motorsport y su Equipo dirigido por Kris Nissen volvió a cumplir su objetivo de copar el podio de autos con un 1-2-3.
La etapa de hoy fue ganada por Carlos Sainz, segundo terminó Nasser Al Attiyah, a sólo 38s. y tercero el polaco Kryzysztof Holowczyc (BMW).
“Significa mucho para mí ganar este Dakar, para mí país, para mi pueblo y para mi equipo”, dijo el qatarí, que durante dos semanas prefirió no hablar de un hipotético triunfo sino sólo opinar de la siguiente etapa.
El año pasado llegó diciendo que venía a ganar y tenía un lugar reservado en su casa de Londres para poner el trofeo. No era alarde, estaba convencido de que lo lograría. Estuvo muy cerca de cumplir ese objetivo y luchó hasta la última etapa con su compañero de equipo Sainz, quien finalmente ganó el Dakar por sólo 2m12s.
Nasser, a secas, como le gusta que lo llamen y obviando el tratamiento de Príncipe, vino esta vez con la premisa de hacer un buen Rally y buscar lo mejor para su equipo.
Asi de medido se mantuvo en cada uno de los vivac que lo vieron llegar con la Race Touareg 3 número 302 después de cada etapa, aun en las que él había sido el ganador.
En el desierto, su terreno favorito, comenzó a sacarle ventaja a Sainz, quien perdió la chance de ser una amenaza para el qatarí cuando en la etapa 11ma., entre Chilecito y San Juan, quedó más de una hora detenido en el camino con la suspensión rota.
A partir de ese momento, Al -Attiyah comenzó a sentir la presión que sienten aquellos que están obligados a ganar, fundamentalmente por amor propio, por realizar un sueño largamente anhelado.
Se mantuvo concentrado, cuidando no arriesgar demás y también así llegó hoy a afrontar los últimos 180 kilómetros que lo conducirían a ese sueño, a esa promesa que cuando era niño le había hecho a su padre: La de ganar un Dakar.
“Fue un Dakar increíble, porque han ido todos muy rápido, pero aproveché mi oportunidad en Chile. He esperado esto mucho tiempo. Estoy muy feliz”, dijo al llegar a la meta.
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